Una jornada de emociones con gente de verdad Por: Roque Iturralde Nuestra tarea nos lleva, cada vez, a destinos asombrosos. Todos nos llenan de satisfacción y nos dejan aprendizajes que se convierten en parte de nuestras vidas, tan rápidamente que muchas veces no alcanzamos a racionalizarlo.
Pero de todas esas ocasiones, las que nos dejan las huellas más profundas son esas en las que nos encontramos con la gente sencilla, esa gente real, que no tiene ni tiempo ni energía para la discusión académica o técnica de sus vidas, porque solo tienen el tiempo y la energía para vivirlas de verdad. Estuvimos en Viche. Pequeña población de la provincia de Esmeraldas. La vida se despliega inicialmente al borde de la carretera, donde una proliferación de pequeños paraderos, restaurantes, comedores; ofrecen bolones fantásticos, jugos recién nacidos de licuadoras ruidosas, huevos fritos, encocaos… mientras suena alguna salsa de culto en las construcciones de guadua. No hay agua potable. Al salir de la flamante carretera, las calles se debaten entre el lodo reciente y los baches de siglos. Niñas y niños en sus delantales corren a la escuelita saltando entre los charcos. Once policías cuidan del orden, la seguridad y la paz en la medida de sus capacidades. Más allá, en una callecita medio olvidada, una sencilla construcción alberga a la fundación Manos Solidarias. Tras la sala y la cocina, un patio de tierra, una carpa, una extensión que toma luz de un poste, varias mesas de plástico con sus sillas. Llegamos a Viche con un cargamento de entusiasmo y varias maletas con material didáctico. Material diseñado específicamente para que los voluntarios y mediadores sociales cuenten con una herramienta sencilla y entretenida para provocar conversaciones entre la gente; conversaciones sobre temas difíciles (esos que la gente se guarda en silencio). Llegan a la cita mujeres bellas que se han retrasado porque debieron dejar “dando de lactar” a su pequeño, o “cocinando para su viejo”, o “enviando a las niñas a la escuela” después de peinar amorosamente sus rizos. Llegan unos cuantos jóvenes con la ilusión intacta, creyendo de modo casi ingenuo que van a lograr cambiar el mundo; su mundo, el mundo de tierra y falta de agua potable; el mundo en que las niñas salen a las calles a vender minucias en los obstáculos de las vías, para completar lo que se necesita para subsistir en casa; el mundo en que los 12 años es una edad socialmente aceptada para empezar a trabajar duro. Llegan presurosos, anhelantes, con ganas de saber qué llevamos y de qué les sirve; cómo esas maletas vistosas tan interesantes, les ayudarán en su empeño de mejorar, de verdad, la vida de su gente; gente de verdad. No tiene sentido contarles el proceso de capacitación. No hace falta. Lo que si tiene sentido comentar es que se pusieron a contar historias, sus historias y, sin pensarlo, un momento del encuentro se convirtió en coreografía, divertida, lúdica, mágica, guiada por uno de los jóvenes. Tiene sentido decirles que no he podido despegar mis ojos de los ojos de esas mujeres, porque además de mostrarse bellos se delatan sabios; algo hay en sus miradas que nos dice que es la sabiduría lo que les pone el brillo. Tiene sentido contarles que la primera jornada terminó en una sesión de abrazos. Que descubrimos que hay una forma de abrazarse que deja sentir el latido en el corazón del otro. Que nos despedimos esa tarde seguros de que asistirían a la cita del día siguiente. A pesar de sus mil obligaciones, de sus diez mil carencias, de su millón de necesidades. Porque entendimos que, cuando la gente es de verdad, los abrazos son verdaderos y duran para siempre.
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En el marco del Proyecto Construcción de Políticas Públicas Efectivas Contra el Trabajo Infantil, Fundación Esquel y OIT arrancaron la implementación de la campaña, con la puesta en marcha de un conjunto de reuniones con la comunidad para provocar conversaciones sobre este tema que, muchas veces, queda oculto en la sociedad muy a pesar de sus graves impactos sobre los derechos de la niñez y la adolescencia.
Para lograr, en la práctica, la generación de conversaciones sobre el tema, Fundación Esquel y OIT pusieron a disposición de las organizaciones públicas y de la sociedad civil, una herramienta pedagógica innovadora llamada “Historias para Armar y Desarmar”. Se trata de un maletín con material representativo de las personas y situaciones de la vida cotidiana de las comunidades, con las que se pueden armar sobre un franelógrafo, historias diversas que tienen la capacidad de encender la chispa de las conversaciones entre la gente de la comunidad y provocar una reflexión profunda sobre el tema. A la jornada de hoy, realizada en las instalaciones de la Fundación Manos Solidarias del Cantón Viche, Provincia de Esmeraldas asistieron unas 30 personas, entre ellos, líderes comunitarios de la zona y autoridades como el teniente político de Viche, técnicos del Consejo Cantonal de Protección de Derechos de Quinindé y miembros de la Policía Nacional. Lo más relevante de este encuentro fue que, como efecto del uso del material pedagógico, la gente de la comunidad decidió contar varias historias que habían estado “retenidas” en conocimiento de algunas personas, y sobre las que no se hablaba por falta de el ambiente adecuado. Esto generó una cantidad de aportes de las personas asistentes (ciudadanas y ciudadanos del Cantón Quinindé) quienes perfilan, poco a poco, estrategias para actuar efectivamente en la erradicación del trabajo infantil y para incidir sobre las autoridades para la formulación de políticas efectivas al respecto. El encuentro, sencillo pero muy emotivo, terminó con una dinámica en la que el grupo cerró el taller con una intención expresa de profundizar en el uso de la herramienta presentada y en la tarea por la erradicación del trabajo infantil. |
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Febrero 2018
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